Ante todo PENSAR

Filosofar es pensar. Pero ¿qué es pensar? Pensar es, como dice Ortega y Gasset, una tarea, algo que el ser humano hace por algo y para algo, una ocupación y no sólo algo que en él pasa.

El ser humano necesita pensar porque experimenta su vida como un «caos» en el que se pierde, como un océano en el que se siente náufrago. Su mente reacciona ante esta sensación de «naufragio» y «pérdida», e intenta por distintos caminos saber a qué atenerse respecto al mundo y a sí mismo. Uno de esos caminos es el saber filosófico.

La filosofía se ha convertido con el tiempo en una asignatura que conviene estudiar para aprobar o en una carrera con la que obtener un título universitario. Sin embargo, no fue éste su objetivo cuando nació en Grecia, sino más bien el de alcanzar una doble meta: desentrañar los secretos del universo, descubriendo su verdad, y aprender a organizar nuestra vida de una forma tan inteligente que logremos vivir bien, ser felices.

Conocer la verdad y aprender a vivir bien fueron, pues, las dos metas con las que nació el saber filosófico.

En las conversaciones cotidianas, la palabra filosofía se utiliza también para caracterizar las complicaciones innecesarias, las divagaciones y los temas abstractos de la vida sin embargo, la filosofía se ocupa de problemas complejos y difíciles, pero no de complicaciones o de divagaciones.

También suele decirse que la filosofía es una actividad «difícil». Al respecto, hay que observar dos cuestiones. En primer lugar, toda actividad ligada al saber requiere el desarrollo de ciertas habilidades y capacidades, que siempre parecen «difíciles» para quienes todavía no las han adquirido: es «difícil» aprender física nuclear; es «difícil» reparar un televisor; es «difícil» cocinar un locro. En este sentido toda iniciación en una actividad nueva es «difícil» y la introducción a la filosofía no es una excepción. En segundo lugar, toda actividad requiere el desarrollo de un cierto «gusto»: aprendemos a gustar de la guitarra, aprendemos a gustar del diseño de automóviles o de las investigaciones en física nuclear. Del mismo modo, podemos desarrollar el gusto por la filosofía. Se puede decir que la filosofía está vinculada a un «gusto por lo complejo», que como los otros gustos, se aprende. 

La diosa Atenea pensando
La diosa Atenea pensando

El gusto por lo complejo, propio de la filosofía, es un gusto por los problemas, por la preguntas más que por las soluciones o las respuestas.

También suele decirse que la filosofía es una actividad «difícil». Al respecto, hay que observar dos cuestiones. En primer lugar, toda actividad ligada al saber requiere el desarrollo de ciertas habilidades y capacidades, que siempre parecen «difíciles» para quienes todavía no las han adquirido: es «difícil» aprender física nuclear; es «difícil» reparar un televisor; es «difícil» cocinar un locro. En este sentido toda iniciación en una actividad nueva es «difícil» y la introducción a la filosofía no es una excepción. En segundo lugar, toda actividad requiere el desarrollo de un cierto «gusto»: aprendemos a gustar de la guitarra, aprendemos a gustar del diseño de automóviles o de las investigaciones en física nuclear. Del mismo modo, podemos desarrollar el gusto por la filosofía. Se puede decir que la filosofía está vinculada a un «gusto por lo complejo», que como los otros gustos, se aprende. El gusto por lo complejo, propio de la filosofía, es un gusto por los problemas, por la preguntas más que por las soluciones o las respuestas.

El gusto por lo complejo está asociado a cierta tozudez o persistencia en las preguntas. En la vida cotidiana las personas generalmente se dan por satisfechas con la primera respuesta razonable a una pregunta o a un problema, si ella les permite salir del paso. En filosofía, por el contrario, se aprende a no darse por satisfecho con la primera respuesta, desconfiando o sospechando no solo de la respuesta sino, ante todo y más fundamentalmente, de la pregunta: quizá la pregunta esté mal formulada; quizá no se desarrollaron aún las mediaciones que permiten contestarla; quizá no se comprendió cabalmente lo preguntado en la pregunta... Será necesario, entonces, insistir en las preguntas, sin retroceder ante las contradicciones o los absurdos que puedan surgir.

Con respecto a que la filosofía es una actividad «complicada», hay que comenzar por advertir que no se debe confundir lo complicado con lo complejo. El término «complejo» deriva del verbo latino complector, que significa abrazar, envolver, rodear de afecto, mostrar amistad, comprender, abarcar, resumir. Desarrollar un gusto por lo complejo significa, entonces, aprender a gustar del abarcar, del comprender, del envolver y no de cualquier manera, sino con afecto, con amistad. Con afecto, con amistad, con deseo o amor, es lo que los griegos significaban con el término filos, que forma parte del vocablo compuesto filo-sofía. Los filósofos son los que desarrollan amistad por la sabiduría, los que desean o aman la sabiduría.

En cambio, «complicado» deriva de cum plico, que significa con pliegues, doblar conjuntamente, unir entre sí cosas diversas. Este término se utiliza en el sentido de enredar o dificultar y también en el de confundirse, embrollarse, «enrollarse». Lo complicado no es una característica de la filosofía como tal, sino un sentimiento o estado de ánimo que se presenta al aventurarse por un camino desconocido.

 

Prof. Lic. Claudio Andrés Godoy

 


ACTIVIDADES 

 

Para profundizar

 

Realicen un reportaje a cuatro adultos con un cuestionario común sobre qué es la filosofía. Entre las preguntas incluyan las siguientes: ¿Qué es para usted la filosofía? ¿Qué hacen los filósofos? ¿Cree que usted hace filosofía? ¿Para qué sirve la filosofía? ¿Para qué le sirve a usted la filosofía?

Comparen los resultados, indicando las respuestas comunes y las diferencias más significativas. ¿Qué conclusiones extraen?

 

ACTIVIDADES

 

 

Para profundizar

 

Realicen un reportaje a cuatro adultos con un cuestionario común sobre qué es la filosofía. Entre las preguntas incluyan las siguientes: ¿Qué es para usted la filosofía? ¿Qué hacen los filósofos? ¿Cree que usted hace filosofía? ¿Para qué sirve la filosofía? ¿Para qué le sirve a usted la filosofía?

Comparen los resultados, indicando las respuestas comunes y las diferencias más significativas. ¿Qué conclusiones extraen?

ACTIVIDADES

 

Para profundizar

 

Realicen un reportaje a cuatro adultos con un cuestionario común sobre qué es la filosofía. Entre las preguntas incluyan las siguientes: ¿Qué es para usted la filosofía? ¿Qué hacen los filósofos? ¿Cree que usted hace filosofía? ¿Para qué sirve la filosofía? ¿Para qué le sirve a usted la filosofía?

Comparen los resultados, indicando las respuestas comunes y las diferencias más significativas. ¿Qué conclusiones extraen?